Como está afectando el avance de la ultraderecha con la igualdad de género
El crecimiento político y social de movimientos ultraderechistas alrededor del mundo plantea un desafío serio para los avances en igualdad de género. En muchos países, este fenómeno no solo manifiesta una retórica conservadora, sino acciones concretas que amenazan los derechos de las mujeres y las personas con identidades de género diversas.
Contexto global: un retroceso visible
El ascenso de la ultraderecha no es sólo un fenómeno electoral aislado, sino parte de una tendencia política más amplia que busca reconfigurar el discurso público en torno a los derechos y roles de género. Por ejemplo, Oxfam Intermón advierte que el avance de la extrema derecha en Europa pone en peligro los progresos en políticas de género, especialmente cuando estos partidos consiguen influencia en decisiones legislativas o presupuestarias.
El documento de ONU Mujeres sobre retrocesos democráticos y oposición a los derechos de las mujeres ya señala que estos movimientos actúan como una “reacción” frente a las agendas feministas e intentan debilitar instituciones garantes y leyes de igualdad.
Ejes principales del impacto sobre la igualdad de género
Retroceso en derechos reproductivos y aborto
Uno de los frentes más visibles es el ataque a la autonomía reproductiva. En países con legislaciones más progresistas, movimientos ultraconservadores han impulsado restricciones al aborto, llevando la discusión a tribunales y debatiendo la retirada de derechos ya consolidados.
Negación o minimización de la violencia de género
Una técnica frecuente es redefinir o negar la violencia contra las mujeres. En discursos ultraderechistas se cuestiona la magnitud de las cifras de violencia de género, se relativizan las denuncias y se bloquean fondos o políticas específicas para víctimas.
Reforzamiento de roles tradicionales
Los partidos ultraconservadores promueven modelos tradicionales de familia, donde la mujer es madre, cuidadora y soporte doméstico, mientras se reduce su participación en lo público o político. Este discurso contrasta con los principios de igualdad: en lugar de reconocer la diversidad de roles, se insiste en una norma de género rígida
Ataques a leyes trans y derechos LGBTIQ+
La ultraderecha frecuentemente cuestiona leyes que reconocen el derecho a la identidad de género o la autodeterminación. En el caso de España, la ley trans aprobada en 2023 fue blanco de críticas y amenazas de derogación por parte de partidos que representan ideas conservadoras o ultraderechistas.
Polarización y discurso hostil contra “ideologías de género”
El término “ideología de género” es usado como etiqueta negativa para desacreditar las políticas de igualdad. Ese discurso polariza la opinión pública y construye un enemigo simbólico. En España, por ejemplo, se ha detectado que muchos jóvenes varones perciben los avances femeninos como una amenaza y los partidos de ultraderecha capitalizan esa insatisfacción.
Casos y ejemplos concretos
Veamos algunas situaciones específicas donde estos efectos ya son visibles:
- En algunos municipios españoles gobernados por coaliciones con Vox, se han eliminado las concejalías de igualdad o se han boicoteado declaraciones en defensa de los derechos de las mujeres.
- En Hungría, Polonia y Turquía, se han cuestionado o abandonado convenios internacionales como el Convenio de Estambul, que protege contra la violencia de género.
- En Europa, algunos Estados miembros han obstaculizado reformas de la UE sobre igualdad de género, por ejemplo en cuestiones como tipificar la violación basada en el consentimiento.
Cómo la ultraderecha estructura su estrategia
Para entender cómo estos retrocesos no son casuales, conviene ver sus herramientas estratégicas:
Narrativas moralistas y esencialistas
Se apela a “valores tradicionales”, “naturaleza”, “familia” y otras categorías que se presentan como universales, aunque esconden una visión normativa sobre cómo deben ser los géneros. Así se deslegitima el pluralismo de género y se resta autoridad a las políticas de igualdad.
Movilización simbólica y cultural
No basta con controlar instituciones: muchas acciones se concentran en medios, redes sociales y educación, donde se disputan los sentidos de género. En particular, se busca generar resentimiento, victimismo masculino o confusión entre igualdad y privilegio invertido.
Reversión institucional gradual
En los lugares donde tienen poder, los partidos ultraderechistas avanzan con reformas parciales, recortes de presupuesto o modificaciones legales sutiles para erosionar el impacto real de las políticas de igualdad.
Cooptación del feminismo débil y neomachismo
Algunos discursos adoptan formas suavizadas —lo que se ha llamado neomachismo— para aparentar que respaldan la igualdad, pero vaciar de contenido las medidas. Se genera una narrativa de que las mujeres ya “tienen todo” y que la igualdad ya está lograda.
Las implicaciones del avance ultraderechista en la igualdad de género no se limitan al ámbito simbólico, sino que afectan dimensiones públicas y privadas:
Impactos institucionales
- Reducción de recursos para programas de género y asesoramiento a víctimas.
- Desmantelamiento de organismos estatales de igualdad o su vaciamiento funcional.
- Bloqueo de leyes progresistas o reversión parcial de derechos.
Efectos sobre la participación política
Las mujeres pueden retraerse del espacio público si perciben un clima hostil o inseguro. Además, se reduce su representación en cargos de decisión si los partidos de ultraderecha impugnan cuotas o políticas afirmativas.
Cultura, lenguaje y discriminación cotidiana
Se normalizan discursos misóginos, bromas sexistas, estereotipos de género y críticas al feminismo. Esto alimenta un ambiente menos favorable para la denuncia y el reconocimiento de desigualdades.
Resistencias, contrapesos y desafíos para el futuro
No todo está perdido: hay frentes donde la acción colectiva y las políticas pueden contrarrestar este avance regresivo.
Movilización feminista y de género
La movilización social es un factor clave para visibilizar resistencias y exigir rendición de cuentas. En muchos países, las manifestaciones, redes feministas y organizaciones de derechos humanos se han convertido en un escudo frente al retroceso.
Fortalecer instituciones autónomas
La independencia de organismos de igualdad y derechos humanos es esencial: que no dependan del poder ejecutivo ni de recortes presupuestarios arbitrarios.
Educación y contra-narrativas
Un elemento estratégico es el terreno cultural: promover educación de género, pensamiento crítico, debate público informado y herramientas mediáticas que desactiven discursos de odio.
Alianzas trasversales
Feminismos, movimientos LGBTIQ+, sociales, sindicatos y partidos progresistas pueden articular agendas comunes para proteger derechos. Las alianzas amplias fortalecen la capacidad de resistencia.
Vigilancia legislativa y mecanismos internacionales
Organismos internacionales y tratados de derechos humanos ofrecen mecanismos de denuncia y supervisión que obligan a los Estados a respetar estándares de igualdad. Usarlos es una forma de límite al avance de políticas regresivas.
En riesgo la igualdad ganada
El avance de la ultraderecha representa una amenaza real, no hipotética, para la igualdad de género. Los retrocesos ya son visibles en leyes, presupuestos, percepción social y derechos conquistados. Pero también es una invitación urgente a reforzar las resistencias, la conciencia colectiva y las estrategias políticas y culturales.
Más que una mera disputa política, este momento exige comprender que los derechos de género no son concesiones, sino logros sociales que deben defenderse y profundizarse frente a quienes los ven como obstáculos. Pensemos la igualdad como un proceso vivo, no un punto de llegada, y actuemos con claridad ante quienes promueven su erosión.
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